Gloria Rognoni cerró su etapa como actriz hace 14 años cuando una caída durante el ensayo, con el grupo teatral Els Joglars, de Alias Serrallonga le provocó una lesión vertebral y desde entonces necesita para desplazarse una silla de ruedas. Después del accidente, Gloria Rognoni no abandonó el mundo del teatro y se dedicó a la dirección y a la pedagogía teatral. La puesta en escena de la obra Feliz acontecimiento, del autor polaco Slawomir Mrozek, estrenada la pasada semana en Bilbao, le ha permitido formar parte de un nuevo grupo de trabajo y, por primera vez, asumir la dirección conjuntamente con su compañero, el escritor Guillermo Ayesa. «Si en la dirección hay alguien a tu lado que coincide en tus planteamientos y, a la vez, complementa tu labor, es perfecto», afirma Rognoni. «Dirección y actores», añade, «deben participar, lanzar ideas. Dirigiendo no me siento sola, mantengo un estilo abierto a las propuestas del resto del equipo».Compartir la tarea de dirigir un montaje no es una experiencia nueva para Gloria Rognoni. La dirección de las obras representadas por la compañía catalana La Claca junto a Joan Baixas fue la primera actividad profesional que Rognoni realizó tras su corta carrera como actriz. Con La Claca Gloria Rognoni realizó el montaje de la obra Mori el memo, que contó con la colaboración del pintor Joan Miró. «Fue una experiencia apasionante. Tuvimos una relación extraordinaria con Miró, que realizó los muñecos y máscaras necesarios para el espectáculo», recuerda. «Miró nunca permitía que nadie le viera pintando y nosotros disfrutamos del privilegio de verle trabajar durante ocho días».
En 1979 Rognoni se reincorporó a Els Joglars, la compañía donde había iniciado su carrera de actriz, como ayudante de dirección de Albert Boadella. «Yo llegaba del terreno de la interpretación, veía el trabajo desde dentro y aportaba una visión más detallista que la de Boadella», precisa. Rognoni comenzó su trayectoria de actriz en Els Joglars a los 19 años, poco después de la fundación de la compañía. «A mediados de los años sesenta el teatro gestual que proponíamos ofrecía un espectáculo muy distinto a lo que existía y consiguió un gran éxito», recuerda. El año pasado Gloria Rognoni inició un nuevo camino dentro del mundo del teatro: las clases de interpretación. A punto de cumplir los 45 años, bromea al recordar que durante mucho tiempo creyó que no le gustaría enseñar a otros actores. Vital y entusiasmada con el teatro, Rognoni pensaba que era un trabajo para cuando fuera vieja. Sin embargo, la docencia ha resultado satisfactoria. Gloria propone a los alumnos interpretar como ella misma hacía, a través de la improvisación. «Los resultados son muy interesantes. Logramos un ambiente lúdico», explica, «y se conoce profundamente a quienes participan en los cursos». Rognoni ha completado su formación en Nueva York asistiendo a un curso intensivo en la escuela H Studio, impartido por Carol Rosenfeld sobre la base del método de interpretación de Uta Hagen. «Se trata de observar la realidad y la situación de uno mismo ante la realidad, para poder reproducirlo en escena». Defensora de la formación permanente de los actores, Gloria Rognoni se ha unido a un grupo de profesionales del teatro dispuestos a experimentar en Barcelona el método Hagen.